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martes, 15 de enero de 2013

Reescribirse es hermoso*

Las tardes de lluvia me hacen pensar en cosas como el amor, la comida que se consume con más desinterés que hambre y en el deseo de caminar con mi paraguas hermoso por zona sur. Me quedo en casa. Si cae agua desde el cielo a mí me gusta fumar y mirar por la ventana. Si hay chaparrón y salgo me interesa meterme en bares para tomar café en taza enorme. Si el diluvio trae viento siempre quiero usar poleras negras. Cuando hay tormenta voy por la vida sabiendo que debería poner una expresión bucólica en mi cara alargada en vez de fruncir el ceño. Cuando escampa me quedo pensando que ya es hora de deslizarme lánguida por las veredas finitas y sé que voy a abandonarme a una marcha autómata en la que mis pies acierten todos los charcos. Quizás incluso me deje atropellar por algún auto de esos que vienen hacia mí, porque lanzarse a las ruedas dramáticamente puede ser un golpe de impacto que combine con mi modo de caer después. Como una pluma grácil sobre el paso cebra y las delicadas gotas de mi sangre sobre el blanco. El monumento a Roca sería un excelente lugar, y los coches avanzan decididos. Yo en la esquina. Mi paraguas roto ahora es hermoso de otro modo. Queda desmayado a metros de mi mano, floja, apoyada en el asfalto, como todo mi cuerpo desparramado a centímetros de Perú, donde se hace peatonal.


*Texto viejo que, creo, mejoré. 

lunes, 20 de agosto de 2012

Hace un siglo que llueve y eso trae diversos inconvenientes

No se seca la ropa que colgué en el tender hace 99 años y no salgo a andar en bicicleta hace 102, las plantas están obesas por el exceso de agua y como ya no se mueven se pudren en el cantero, el gato está resfriado por andar con las patas mojadas y el paraguas chino color rosa que siempre fue tan fiel acaba de declararse en huelga harto de trabajar demás.

jueves, 17 de septiembre de 2009

-

todo lo que era trueno ahora es agua
que cae pum pum así sobre mí
pelo cabeza hombros brazos
las manos no se mojan
tengo puestas estas botas
sé que soy como la piel
de esas gotas

miércoles, 13 de mayo de 2009

cosas por qué sí

llueve y tengo un paraguas transparente
llueve y tengo unas botas violetas para chapotear
llueve y tengo que salir a la calle
llueve y lo comento
llueve y la lluvia cae así finita
llueve y aviso que me gusta
llueve y tengo sólo estas excusas

miércoles, 11 de febrero de 2009

pum

Las tardes de lluvia me hacen pensar en cosas como el amor, la comida, caminar con mi paraguas hermoso por zona sur, fumar mirando por ventanas de bares, tomar cafés en tazas enormes, usar poleras negras, desear un flequillo con corte carré, una expresión bucólica en mi cara alargada, deslizarme lánguida por veredas finitas, abandonarme a una marcha autómata acertando todos los charcos, dejarme atropellar por algún auto de esos que vienen hacia mí, lanzarme a las ruedas dramáticamente para después caer como una pluma grácil sobre el paso cebra y salpicar dulcemente las rayas blancas con delicadas gotas de sangre color vino tinto.
Las tardes de lluvia así como estas que digo me hacen tener urgencia de biromes y papeles, logran que extrañe las libretas olvidadas y me llevan a meterme desesperada a confiterías cualquieras para pedirle a mozos altos, elegantes y con bigotes que me presten sus lapiceras, que me dejen agarrar una servilleta. Es algo que me puede pasar, lo de estar escribiendo en una barra sin consumir nada y que mis ideas de golpe vayan más rápido que los trazos. Tiene verosímil la angustia de que se acabe la superficie, la incomodidad por la transparencia, poco amable, que no deja dar la vuelta y yo, achicando la letra, puede pasar.
No quiero que me pise ese auto bordó que viene derecho, no tengo ganas de ser atropellada hoy. El monumento a Roca sería un excelente lugar, valga decirlo, y las ruedas avanzan decididas. Yo en la esquina. Mi paraguas roto ahora es hermoso de otro modo. Queda desmayado a metros de mi mano, floja, apoyada en el asfalto, como todo mi cuerpo ahí desparramado justo a centímetros de Perú, donde se hace peatonal.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Tanto pum y un techo ideal para decir quedate, hay tormenta.

Que llueva cómo llovió
justo cuando vos sos vos
y yo soy yo
hace flotar
con los dedos arañando la tierra.

Es pum y también es agua
sólo que cae desde el cielo.
Nos moja, nos empapa
pero no nos toca.



Es sólo agua

en el cielo

que baja

hasta la tierra

que arañamos

vos y yo.

lunes, 10 de noviembre de 2008

I'd go the whole wide world just to find you

andobsesionadaysinespacios pero tengo buen soundtrack aunque se haya roto el mp3 puedo cantarme todo el día aunque la noche tarde tanto en llegar y después en pasar y otra vez se repita todo pero cada vez más rápido y yo diga me quiero bajar pero no me baje y siga aunque se caiga el techo en nuestras cabezas y siga aunque me la pase consolándolos a todos y siga aunque nadie vea la gravedad de nuestros asuntos y siga
siga
siga
yo siga
con mis obsesiones
con los no espacios
con el buen soundtrack y las imágenes que guardo en mi cabeza golpeada por techos que caen como cae la lluvia porque sólo son dos tipos distintos de PUM me digo y sigo como yo sigo.

martes, 14 de octubre de 2008

Queriendo morir por ser el cliché de mi cliché

Habrá sido la divina tarde de sol, la caminata amena por antiguos barrios en los que ya juego de visitante y seguro que también influyó mucho el momento que pasé sentada en un jardín-oasis en el que había un colibrí que parecía insertado digitalmente pero no, estaba realmente ahí. Calculo que fue la suma de esas cosas, más el café con leche que tomé más tarde en un bar todo de madera, sentada al lado de la ventana, mientras veía caer las primeras gotas de lluvia.
Por todas esas cosas fue que terminé de creer que sí, que yo llevo adelante la trama de una película indie, así que con mi mejor cara de Ana Pascal me metí al subte. Martes, hora pico. La música incidental se puso más intensa, la cola para sacar el elemento antes conocido como “ficha” era larga pero yo, como les suele pasar a los protagonistas de las historias que ven los otros, no escuchaba el soundtrack fatalista. Y entré en la pesadilla.
No fue tan grave el primer tramo. Y ahora, ya en casa bebiendo mi jameson en vasito pequeño, puedo llegar a darme cuenta de que el hecho de haber ido sentada leyendo una hermosa novelita de Carson Mccullers fue determinante para que tomara la pésima decisión que terminé tomando y torció mi ideal en celuloide a una cinta clase b, casi gore.
No seguí hasta la terminal donde suelo combinar con un colectivo, como hago cuando estoy apurada o en casos extremos. No. Me creí que realmente todo iba a seguir en el mismo plan de encantadora tarde y combiné con línea c para ir hasta san juan, porque me pude ver a mí misma quince minutos a futuro caminando al ritmo de la llovizna por humberto primo y me pareció genial, muy cinematográfico, ideal para una chica como yo.
Pero no. Ahí estaba yo, después de esos quince minutos, aún atorada en una escalera que lleva a la gente entre subtes, tratando de sacarme el ponchito negro, enajenada y disociada; muerta de calor. Movida por el espanto que provoca la velocidad con la que suceden las cosas, la realidad me puso una piña: yo era más parecida a una de las víctimas de freddy kruger que a cualquiera de las heroínas indies que pretendo ser.
Corte directo a interior de vagón. Después de que pasaran dos formaciones en las que la gente se metió a presión y que Danixa dejó pasar por una absoluta falta de bravura urbana que la petrificó ahí en la franja pintada de amarillo en el suelo, encontramos a nuestra heroína haciendo fuerza con un brazo para que los que ahora se siguen metiendo a presión no la revienten contra el vidrio de la puerta que da a las vías (que-por-dios-no-se-debería-abrir) y la dejen igual que uno de esos bichos que se estrellan contra los radiadores de los autos, autos como los que ella, la chica que se cree indie, no tiene y por eso está ahí, sudando en una lata que va a toda velocidad, teniendo contacto físico con centenares de extraños.

*Mi temor más grande durante toda la experiencia: Que de tanto ser empujada se me revienten las dos bolsas llenas de cremas caras recientemente compradas, a las que abrazo y protejo como una leona cuidando a su cachorro recién nacido.
*El colmo de mi ridiculez durante toda la experiencia: Mientras un chico con aliento a choripan me sonríe galante a un milímetro de mi cara y un tipo de barba con olor a paco rabanne se apachurra contra mis muslos, tengo tiempo de pensar una frase compleja y rebuscada como “esta es una situación urbana extrema que debería poder manejar, si no lo logro soy muy débil o debería irme ya mismo a vivir al campo”.

viernes, 20 de junio de 2008

domingo, 9 de marzo de 2008


En la meca de Palermo Cheto, tipo Avenida del Libertador y Soy-ABC1, un rubio con cuerpo de gimnasio le dice por su mini-mega celular a alguien "te extrañé todo el día". Yo, tan vintage con mis zapatos de plástico rojos, atravieso la escena sin que me importe, pero... tres pasos más allá me doy cuenta de que tengo que frenar. Me paro, escaneo mi interior y descubro que la situación me siguió: me alcanzó a los tres pasos para clavarse de alguna forma en mí y no sé bien por qué. No me explico el motivo, pero sé que se me estruja el corazón.
Entonces decido ser de una vez por todas esa heroína indie que mi potencial me reclama encarnar y revuelvo mi enorme cartera con el pelo cayendome sobre los ojos y encuentro mi Moleskine, porque quiero anotar todo esto y siento en cada célula un soundtrack ad hoc. Escribo, el cielo está gris, los autos pasan y yo soy tan yo, pero.
Pero viene un skater ya muy grande para hacer esas idioteces como tirarse en patinetas de lujo aunque igual las hace y, con enorme desparpajo, interrumpe mi escena filmada por Michel Gondry a la Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y me dice, a mi, que estoy tan Clementine Kruczynski: "Correte de la pista, te vamos a lastimar".
Entonces oigo, juro que oigo, cómo la púa raya el disco y corta la música de fondo y también veo, juro que veo, como se hace un corte directo a:

Yo, bajo la lluvia que ya cae, con el paraguas aún cerrado, tratando de recordar qué mierda hago ahí parada y las malditas patinetas que pasan a mi alrededor.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Me parece que ya no llueve más.

Me hubiera gustado que se jugaran otras cartas, hubiera preferido que no haya tanta espada y que los Arcanos Mayores en vez de ser el Ermitaño y la Rueda, hayan sido la Estrella, o El Sol. En fin, apenas una copa hubiera pedido. Pero no. Todo es un cuatro de espadas que me dice tanto.
Por suerte hay amigas, Retoño y una decoración nueva de mi casa. Y se viene la banda ancha. No van a poder conmigo: ese sería un buen slogan para una remera.

Expectativa: Cero.
Autoestima: Millón.

viernes, 12 de octubre de 2007

Cae agua desde el cielo y va a seguir cayendo

Yo tiré mi paraguas, lo dejé olvidado a propósito en ídem porque sé que la propiedad circular me encontrará con otro mejor.

Noté esta mañana, gracias a andar sin él, que la mayoría de los usuarios de paraguas no entienden que lo bueno de ellos es caminar bajo la lluvia y no por la porción con techos que amarretean las veredas. Se pierden de escuchar el pum pum desde abajo.

lunes, 1 de octubre de 2007

A favor de la lluvia

Y de caminar por la ciudad bajo mi paraguas, para después sentarme a escribir, mirando por la ventana, cómo caen las gotas sobre el pavimento, los perros que pasan, la gente que vuelve a su casa.

jueves, 26 de julio de 2007

Estupenda novedad para santelmenses

El bar El Federal por fin entendió que es mejor un par de mozos viejos, con trajecito y modales; amables de verdad: no esa estúpida pelilarga confianzuda ni esos pebetes tendencia con piercings y ansias de turistas.

Cuatro de la tarde, dos diarios en la mesa, café con leche, tostaditas con queso blanco y la llovizna helada afuera, del otro lado de la ventana. Me tienen.

lunes, 4 de junio de 2007

Verano 07

Sabe que el gato está solo en Buenos Aires y sufre por eso, pero igual fue capaz de tomarse el micro. Incluso en esa época, que pasaban tantas cosas estresantes y ella todavía no conocía el Rivotril. Pensándolo a la distancia, le hubiera servido mucho en aquellas curvas de la ruta, tan peligrosas, de noche y con lluvia. Igual, se fue lo más pancha y llegó impecable.

viernes, 26 de enero de 2007

Algunas cosas que me gusta hacer cuando llueve:

*Escribir, escribir y seguir escribiendo. Si hay un ventanal que permita escuchar y ver el agua golpear, mejor.
*Jugar al solitario, porque me recuerda a mi abuelo y también porque Claudia y Lestat lo hacían todo el tiempo, para pasar las horas antes de salir a matar.
*Tomar mate en el patio hasta que se me ponga la lengua verde y saber que no tengo que ir a ningún lugar.
*Leer hasta la última sección del diario (incluidos los fúnebres y excluidos los clasificados).
*Dormir con la ventana abierta.

viernes, 9 de abril de 2004

A mí la lluvia... SÍ me inspira

A ver si se hace otoño de una vez por todas.
Abril en Buenos Aires solía ser el mes más lindo: fresquito, lleno de colchones de hojas para pisotear, con lloviznas para mirar por las ventanas y/o usar de spray natural para el alma.

Las poleras, los pantalones de corderoy, la vuelta de los guisos y el placer del cigarro con café a la mañana. El olor a otoño no anda por el aire desde hace años, apenas se insinúa un poco y pasamos del verano al invierno húmedo.

Me niego a ser caribeña: mi smowing va por dentro.