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martes, 26 de junio de 2007

About Willy (Entrega 4)

Casi 20 años después, un chico en una publicidad estúpida de la tele, de esas con gente-que-no-tiene-onda (porque ahora tiene onda no tener onda), me hace acordar a Willy. No había pensado en Willy desde 1989. Fue como encontrarme con un viejo amigo en la calle. Una alegría y qué es de tu vida. Y se me viene una avalancha de The Clash, el recital de Amnesty, tanta ropa negra, las paredes de mi cuarto todas escritas. Quería ser pintora. Mi amigo C., su casa concheta y sus dedos amarillos de nicotina; el cabezón, su posmodernismo, el llavero gigante con forma de fémur y matando jipis en las vías; la enana, The Smiths y las fiestas nómades.
Lo considero un hito en mi adolescencia: el chico lindo al que siempre le dije que no. Me costó, la verdad, y terminé años más tarde enamorada de un salame a cuerda que era igualito a Willy. Me quedé con la duda de saber a qué sabe Willy, sí. Lo pienso bien, hago un balance, debe y haber. Me alegro de no haber besado a Willy nunca-nunca. Estoy absolutamente segura de que él se acuerda de mí. Pero segura.

Fin.

domingo, 17 de junio de 2007

About Willy (Entrega 3)

Sinceramente, a mí, en el fondo, la verdad… Willy me gustaba. Ooooooooh, cómo me gustaba. Y sí: me parecía sexy que tenga carita de zorrino, súper top que sus rulos marrones largos se enreden en aquel pulóver jipi que, en definitiva, usaba todo el mundo y no estaba tan mal. Era gris, tenía las mangas un poco cortas y al final me lo terminé quedando una noche de frío. Ahora no sabría decir cuándo y dónde lo perdí.
Ay… Yo palpitaba cada uno de esos “no”, los suspiraba. Los decía modulados, despacito. Cómo gozaba cuando él me perseguía obstinado, encaprichado, encantado. Cómo disfrutaba ser, cada fin de semana, esa rubia rebelde que se le retobaba, la chica de negro que él quería tener y no caía nunca-nunca en sus redes, jamás a sus pies. Me sentía obligada a seguir diciéndole que no. Estaba atada. “No, Willy, no”.

jueves, 7 de junio de 2007

About Willy (entrega 2)

Yo decía, a quién quisiera oír (y también a los que no), que Willy tenía cara de zorrino feo, que el pelo largo en los 90 para mí ya era un cliché, que esos rulos marrones eran un verdadero asco, que el pulóver punto inglés daba por demás “jipón”. Decía, por supuesto que a él también, que por todas esas cosas no me interesaba y, por todas esas cosas, era de entenderse: jamás le devolví una sonrisa ni le tiré más onda que mi mala onda. Habitual. Nunca-nuca fui de las que le pidieron besos. Ob-via-mente.

miércoles, 30 de mayo de 2007

About Willy (entrega 1)

Willy tenía cara como de zorrino (pero en plan sexy), usaba el pelo largo (cuando eso era top) y sus rulos castaños solían enredarse en las bolitas de la lana gastada de su pulóver punto inglés (en la época en que estaban in). Todas, pero todas, morían por él.
En las fiestas borrachas, que eran muchas, Willy era la diana a la que apuntaban las hormonas femeninas. Y se turnaban para besarlo, hacían una fila y, ordenadas, recibían su piquito o regalo plus de lengua hasta que él, harto, se ponía el casco de su moto pistera y cerraba el acrílico ese de adelante como diciendo “listo, se acabó lo que se daba” pero ponía cara de “qué pena, nena, me encantaría dejarme comer la boca, pero el acrílico este de adelante no me lo permite”.