jueves, 22 de abril de 2004

Barbaridad en un acto

Escenario:
Mañana de otoño, mesa de desayuno. El día, remolón, tarda en empezar y la luz que entra por la ventana es escasa. Silencio absoluto, la calle aún no terminó de despertarse.

Personajes:
1) La típica madre que cuida al extremo todo lo que consume su hijo, de esas que hacen jugos naturales y cuentan con los dedos de una mano las veces que tomó gaseosa. Ella se acostó tarde, muy tarde.
2) Retoño pop de un año y medio repleto de energía que quiere tomar la leche a toda costa. Él se levantó temprano, muy temprano.

Escena:
Después de la dosis diaria de cafeína y terminar de despegar los parpados un poco, la joven madre repara en lo que le sirvió de desayuno a su criatura: un vasito infantil con tapa, de esos con peso abajo para que no se vuelque nada... Lleno, repleto de café negro.

Como decía la abuela polaca: "¡Cabeza de pochoclo!"
Sigo purgando la culpa hasta el medio día, momento en el cual, podría convidarle a mi bebe un cigarrillo después del almuerzo natural, ponele.

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