De pronto, usted es poseído por una estúpida epifanía que puede llegar a arrancarle una prosa como ésta(1):
En el bar en el que trabajo hoy, hay sentado frente a mí un hombre de unos 200 kilos vestido de púrpura. No puedo evitar pensar en Barney. Toma un licuado de multifrutas de un tono rosado que le hace juego con su outfit de un modo tan llamativo que me quedo helada, mirándolo. Lo oigo sorber el final del vaso, buscando con la pajita como un oso hormiguero hasta la última pulpa. El pelo largo cae sobre su espalda combada. En la barba tiene un poco de espuma del café con leche, grande, que ya se tomó hace un rato. También come un sanguche, grand baguette, completo, con todo, varios tipos de fiambre. Ahora pide más sal, más sal. Magia, acto de desaparición de carbohidratos. Todo empieza y termina en 10 minutos. En este momento se levanta y se va. Quedan en la mesa, frente a mí, los restos del banquete al paso. El salero. Los sobrecitos de azúcar vacíos, cuatro.
Entonces, recurra urgente al TAI (Traductorado Apto INADI), para que quede así (2):
En el bar en el que trabajo hoy, el Pride Café, gay friendly, hay sentada frente a mí una persona con obesidad vestida en tonalidades púrpura. Lamentablemente, mi psiquis afectada por la ultra dominante cultura xenófoba y discriminadora en la que fuimos criados me obliga a remitir en mi imaginación a la persona en cuestión con el dinosaurio Barney. Toma un licuado de multifrutas de un tono rosado que le hace juego con su ropa de talle extra grande comprada en locales que respetan la Ley de Talles de un modo tan llamativo que no puedo evitar quedarme helada, mirándolo, y por eso me siento mal, flagelo mi alma discriminadora y retiro educadamente la vista. Lo oigo ahora mismo sorber el final del vaso, buscando con la pajita como un oso hormiguero hasta la última pulpa y pienso en los pobres animalitos en extinción. Su pelo largo cae sobre la espalda. En la barba tiene un poco de espuma del café con leche, grande, que ya se tomó. También come un sanguche, de esos que son en grand baguette, completo, con todo. Pide más sal, más sal. Pienso en la hipertensión, un mal que padecen tantos. Decir algo como "Magia, acto de desaparición de carbohidratos" sería muy cruel, ¿quién podría ser tan malvado?. Todo empieza y termina en 10 minutos. Se levanta y se va. Quedan en la mesa vacía frente a mí los restos del banquete al paso. El salero. Los sobrecitos de azúcar vacíos, cuatro. Reflexiono sobre la salud, me reprocho a mí misma por no haber hecho algo humanitario por él.
(1) Estúpido texto de la autora contemporánea virtual Danixa Pum.
(2) Traducción al lenguaje PCE (Políticamente Correcto Extremo) realizada por la experta en PCE, la señora Verdurita Ponce de León.
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