martes, 28 de octubre de 2008

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Qué onda la danza butoh. Ya van xxxx veces que leo, que veo, fuera de contexto, en el lugar menos pensado, danza butoh. Danza butoh, danza butoh, danza butoh. Ahora danza butoh es el combo. Ahora danza butoh es algo que viene con lo otro. Lo otro, es todo, todo lo otro. Todo lo otro viene con danza butoh. Danza butoh es moderno, danza butoh es el bonus de un mundo sensible, libre. El resto sólo es miedo. Miedo de ver a una señora bailar. Espanto de que se ponga a declamar. Que de pronto el mundo perceptible se haga cotolengo, que se llenen las calles de viejas muy maquilladas que encarnen el cachivache en plazas y pasajes, bares y restaurantes, cines y parques, museos y locales de venta de cosas diversas. Teatros, no te olvides de los teatros. Y que bailen danza butoh. En cada lado, por todas partes. Los arboles esos tan lindos que dan alergia, paraísos se llaman, de pronto se pueblan de viejas -no digo ancianas, sino viejas- muy maquilladas que detrás de sus gafas oscuras riman versos, hacen posturas, pegan figuritas (de brillantina) y mientras danzan (butohn), desean ser canción.

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