Hay mucha gente en eso, y cada vez son más. Lo vengo escuchando hace meses y nunca terminó de convencerme, pero ahora pintó una fiebre generalizada y lo evalué una vez más. Claro que cantidad no implica calidad, pero muchos de los usuarios son personas que considero inteligentes y algunos hasta son amigos personales. Muy amigos, como por ejemplo él y sobre todo él, que además está agrupando con éxito a todos los twitteros argentos acá. Bien, la idea me parece romántica (en el sentido literal del término); estoy a favor de las redes sociales y está bueno en un punto eso de hacer un “tejido de la red twittera de la Argentina”. Con respecto al para qué y con qué fin, se me ocurren mil respuestas viables y ahí sí compraría. Lo que me hace ruido es el cómo.
Me dediqué a leer unos cuantos twitters, muchos. De gente que conozco y de otros que no. Me aburren y/o incomodan, en general. Le di vueltas y más vueltas a la idea, igual, porque sospecho bien del twitter, bah: lo usa gente que yo avalo y entonces me convencí de que algo bueno tiene que tener. Además, quiero que mi “no” sea desprejuiciado. Conclusión: Twitter no me cierra a pesar de su potencial informático-automático y aunque el concepto de tiempo real aplicado a lo virtual sea tan interesante. El problema es que no vi que se use para eso.
La mayoría de las cosas que encontré son aburridos minuto a minuto, en gerundio, de todas las pelotudeces que hace un ignoto, más algunas charlas bobas llenas de arrobas. Me parece el colmo del egocentrismo, un sin sentido para el que twittea y, más aún, para el que lo lee. Me resulta de un exhibicionismo/vouyerismo extremo, tanto así que ya no puedo leerle su twitter a nadie más porque me da como vergüencita ajena. Lo percibo, además, como una suerte de puerta de entrada a todas las paranoias posibles, sobre todo esa invitación que te llega al mail, la que dice “Mongo Aurelio quiere saber que estás haciendo”. Uh, qué sé yo, Mongo… ¿Qué decirte? Por mi parte, leo tus twitters (del calibre de “voy a vaciar la vejiga y vuelvo”) y, como le explicó Mia Wallace a Vincent Vega, te digo que “es un poco más de la información que necesitaba”.
Es diferente, a mi gusto, el caso de Darío Gallo (el otro artífice de tuitear), que cuando no está evangelizando para twitter suele dar cuenta de una suerte del día a día de un periodista y, sobre todo, el paso a paso del cierre de cada Noticias: su twitter es como estar adentro de la cabeza de un gran editor. Ahí sí, profesionalmente me resulta interesante; es como una escuelita de periodismo virtual. Por el momento, es el único al que le encuentro sentido. Sobre todo en el ida y vuelta que, en principio, sería la razón de ser del twitter, a mi gusto.
El resto… el resto es vacío, casi obsceno en el mejor de los casos y aburrido en su gran mayoría, sin info de valor, con faltas ortográficas. De esa manera, me parece que twittear es como mandar un sms muy personal, pero con reply all a un montón de extraños y publicarlo en una pagina web. Hay que ver si la cosa evoluciona con más inteligencia. Pero así, de ese modo, paso.
Lo dije, que tanto.
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