Cuando las minas son perras
a) me caen de reputísima madre
b) las detesto todo mal
Si no son perras me aburren y no me interesan como amigas.
Conclusión: conjugado esto con mi odio patológico hacia la humanidad, tengo pocas amigas, muy pocas. Eso sí: las que hay, son lo más de lo más y, por supuesto, bien perras (como una).
Con respecto al resto: A las sin sal... si estoy de buenas les sonrío vacíamente o, sino, las ignoro con amable indiferencia. Ahora, a esas perras ajjjjjquerosas... les hago el mal. Y no, para eso no tengo ni moral ni alma ni culpa ni nada. Ojito.
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