Es un ímpetu que se parece a un llamado religioso y hay que seguirlo cuando llega, no se puede posponer. Sos cobarde si decís ahora no, resulta que tengo que salir a la calle, caminar tres cuadras hasta la avenida, entrar al supermercado, comprar los guantes de goma, enrollarme con el tema de que vienen en tres talles, discutir con la cajera porque no hay cambio en ningún lado, volver a caminar esas tres cuadras, planear mucho, seguir una estrategia. Hay que dejarse llevar por el impulso cuando llega y eso es para todas las cosas. Yo puedo limpiar nuestra propia mugre sin guantes de goma como puedo escribir porque me gusta la picazón en la yema de los dedos mientras tipeo y también puedo irme de viaje ahora mismo, ya, sin hacer el bolso ni avisarle a nadie ni mirar atrás. Si me venís a buscar con la epifanía justa, si el olor a amoníaco me entra por la nariz hasta llenarme la mente, si el baño está limpio, si queda claro que milito por la visibilidad de las tareas chiquitas, específicas, cotidianas, entonces agarro y voy. Sin guantes.
3 comentarios:
milito en el mismo pelotón de la epifanía justa.
muy bien dicho, compañera!!!
Genia.
Danix, no me andan tus blogs! ¿También te fuiste de ellos?
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