Si se le quiere dar un matiz serio, es importante contar con la presencia de Katherine Keener y Steve Buscemi como mínimo en paneos o, si eso no se logra, al menos como invitados al estreno. A la hora de la originalidad, es buena opción rescatar del olvido a algún viejo sex symbol y mostrarlo derruido o, bien, a un ex comediante y ponerlo a hacer algo muy dramático. Protagonista femenina: Tiene que ser Natalie Portman o, sino, la chica más parecida posible y no va a hacer de linda, sino que será linda sin darse cuenta. Protagonista masculino: Algún flacucho semi desconocido, pero que su rostro nos suene de alguna serie de Sony y/o que esté por hacer alguna superproducción mainstreem que fracasará.
La trama tiene que emparentarse lejanamente con la comedia romántica. Alguien tiene que tener problemas psicológicos; otro, alguna enfermedad o defecto físico y todos, conflictos emocionales. No olvidar intercalar una escena en el campo ni al amigo gordo de frases geniales. El humor tiene que ser existencial y absurdo. El tono, generacional. La paleta de colores se maneja en verdes, rojos, azules y naranjas o sino todo ocres. Es obligatorio que la música sea brillante, recuerden que de ahí debe salir el cedé que la platea querrá tener. Se requiere un final que, si no es feliz, al menos nunca sea amargo.
Éxito asegurado en Bafici y salas comerciales también. Ver sólo hasta los 40 años en público y, después, escondido en casa o por trabajo. Odiarla o amarla es cool.
The end.
PS: No olvidar escena trash con reminiscencia rocker y, si es posible, incluir alguna canción o muletilla que después todos usen pero se hagan los que no la sacaron de ahí.
1 comentario:
Genial. Y además, me remitiste sin escalas al "señor que pone los títulos de las películas", de Liniers.
Publicar un comentario