miércoles, 3 de junio de 2009

No quiero empatizar con ustedes

De las tres computadoras que hay prendidas en este bar, sobre las mesas de madera suave, la mía es la más punk. Así negra y ya, las letras de las teclas borradas de tanto tipi tapa y el "ti" final del "Olivetti" plateado que da marco a la pantalla que hace rato ya no está. No es chiquita onda pocket ni grande en plan "acá hay mucha info importante". Tiendo a creer que es por eso que el mozo no me atiende tan bien como al resto, quizás es por mi pecé trash que no me trae una carta y pretende, con cara de hastío, que le diga a ciegas si café con cookie o coca light con hielo y limón.
Esta mañana fui al kiosco en pijama y camperón a comprar cigarrillos. En realidad era medio día y el local tipo drugstore estaba atiborrado de oficinistas buscando sanguches de polémico origen pero empaquetados al vacío y yo, mi paciencia, los pelos al viento, veo cómo se abren las heladeras y se van los cepitas de naranja hasta que me toca, "el que sigue" dice el chico que atiende y entonces dos nachos me ignoran y con voz de maletines dicen "el completo de milanesa y..." y yo los interrumpo, "la que sigue soy yo", digo. "Disculpá, no te vi", mano en el hombro de ese chico con pelo pasado por planchita y su mano en mi hombro, su-mano-en-mi-hom-bro, la miro con un costado del ojo, casi no modulo y "te agradecería que no me toques, no nos conocemos", saca su mano de mi hombro y entonces sí, me voy con mis phillip morris a seguir fijándome si me contestaste mi último estúpido pero tierno mail.

No hay comentarios.: