viernes, 24 de noviembre de 2006

...y entonces le dije que “dale”, que si se ponía un poco las pilas con todo lo demás le aceptaba la tácita propuesta matrimonial. Y seguro fue el vino, ese tinto que le negué a muerte estar tomando mientras hacía un rulo con el cable del teléfono, el que me hizo aflojar ahí, justo con algo que sé que jamás haría. Y mientras le prometía más cosas que sabía iba a incumplir, le exigía lealtad y compromiso.

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