miércoles, 14 de julio de 2004

Frágil, témperamental

Cuando yo era más chica pensaba que a los 30 uno era viejo. Ahora me indigno cuando me dicen "señora", además no luzco como tal y sí, me siento en proceso de crecimiento aún. De hecho, lo estoy y lo estaré siempre, en la medida de lo posible.

Yo esperaba a los 30 estar casada, con unos dos o tres hijos, estabilidad económica, casita standard y todo armado. Por suerte no es así.

También pensaba que los amigos uno los hacía en la adolescencia y que era fijo quedarselos. Que de grande no se conocía gente afín. Que los que estaban tenían que quedar a huevo. Por suerte, tampoco es así.

A los 30, lo único que sí espero es que no me rompan las bolas. Para eso sí me siento grande. De hecho, es para lo único para lo que me siento demasiado grande.

Y de pronto pienso que estas ventanas son un agujero de vulnerabilidad para que gente con oscuridad espíe mis cositas y me agarran ganas de cerrar todo. Pero tampoco hay que andar privandose de lo que uno disfruta. Y eso es todo.

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