domingo, 2 de mayo de 2004

Esas pequeñas cosas tan.

Arregló la puerta de la despensa, martilló esa madera suelta de la escalera "para que no te lastimes cuando subís dormida", puso los estantes de la biblioteca, hizo percusión con el retoño pop, se tomó un vino, comió los fideos saltados con ajo que pidió y planchó una siesta de tres horas.

Mientras roncaba a pata suelta en mi cama y me aplastaba el insomnio debajo de unas frazadas, casi casi le digo el "yo también te quiero" que le vengo debiendo. Se fue con la tarde. Ahora llegó la noche, todo está en orden y no sé con qué combinar esta sonrisa de boba que llevo puesta.

Si esto fuera mi diario, me hubiera encantado poner: "Querido Diario" para comenzar. Pero como no lo es, lo pongo al final.
QUERIDO DIARIO.

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