domingo, 25 de enero de 2004

Muy lindo todo, encantada de haberle conocido.

Coronando el postre de mi desgracia me encuentro en la heladería con el único ser humano que sabe de nos.
Te nombra, cómplice y malicioso, para ver qué cara pongo. Cara de chica cool le puse. Esa cara.

Ojalá que te diga que estábamos dos parejitas compartiendo delicias congeladas en la plaza de Palermo: nunca sabrás que nos encontramos de casualidad tan solo mi prima, el marido de mi amiga, su compañero de trabajo y yo. Nunca nunca.

Te deseo dolor de muelas, hongos olorosos en los pies y que vivas el resto de tus días rodeado de gente que no te quiera de verdad.

Maldita modernidad o, como dijo Robert Plá: Maldita ciudad.
Maldito vos.

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