El pelotudo que vive acá al lado (nuestras paredes son delgadas y hasta lo oigo respirar) comenzó el sábado escuchando A TODO MALDITO VOLUMEN diversas cumbias y rocanroles. Puse en práctica mis años de yoga, mis lecturas zen y aguanté hasta recién, las siete de la tarde (el martirio empezó a las 12, porque madruga el idiota). Se perfumó y se fue.
El amado silencio, la calma del sábado a la tarde, el ruido a callecita tranquila duró escasos segundos. El idiota número dos y sus amigos decidieron ponerse a tomar cerveza justini en mi ventana al ritmo de los redondos y su fucking perro dinamita del orto, que se lo metan en el recto y mueran de lepra.
Me regunto por qué son siempre estos escuchadores de cumbia y rocanrol de mierda los que no entienden las simples reglas de cortesía urbana. Por qué son estos bebedores de cerveza, pañuelo al cuello y flequillo cortado a regla, los que siempre están rompiendo las pelotas. Y no hay caso: la amabilidad no les va... me cansé de pedirles "de onda" que se "copen". Estoy pensando en el baldazo de agua sucia para los de mi ventana y en futuros rings rajes a horas tardías para el de al lado.
Le doy salida inmediata a quien ose siquiera insinuar que le gusta la cumbia o el rocanrol o ensayar algún tipo de defensa.
Noto, además, que nunca pasa que un jazzero psycho ponga Miles Davis a todo trapo y le joda la tarde a su vecino.
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