A veces uno está tan metido en alguna situación que le parece que es enorme, que se ve gigantesca. Cuántas veces sufrí al pedo por pensar que olvidarme de ese nombre, confundirme esa cara, llevarme por delante esa puerta iba a mortificar, hacer sentir mal o -peor- lograr que equis persona piense de mí algo que no es: que soy una idiota.
Y en realidad de afuera todo se veía simple.
Y si no llegó a ser así y lo vieron tan grande... Realmente son idiotas los otros y no me importan.
Mis papelones ahora los llevo con gracia. Los quiero, los estimo a mis papelones. Ella es rara, sí. Ella tiene una memoria relativa y suele tropezar con cosas.
Porque no, LUCIANO, yo hubiera jurado que te llamabas JOSÉ no sé por qué: pero te queda mejor ese nombre. Y menos que menos, MARIANA: ¿cómo me voy a acordar de tu cara cuando nos vimos una vez hace tanto tiempo? Y sobre todo... ESA PUERTA estaba en mi contra. ESA PUERTA no tenía por qué abrir para adentro.