Fueron incontables las veces que vi Melody.
Ahora mismo, espiando por la ventana, descubro una mañana gris, lluviosa y fabril que me hace acordar a los suburbios de Londres...
Me encuentro pensando en Tracy Hyde y me pregunto qué será de su vida.
Ya odié el color rosa y me volvió a gustar. Ya fui grasa y me avergoncé de tener el soundtrack de Melody y ahora soy cool por haberlo atesorado.