jueves, 28 de agosto de 2003

Adolescencia

Me acuerdo de un ser que iba a la secundaria conmigo, que tenía la maldita costumbre de creer que TODO, cualquier cosa, era una tuquera.
Te colgabas un caracol al cuello, recuerdo de tus vacaciones, y venía el pibe, lo chupaba y decía: "Uh, ¿es una tuquera?"
Te comprabas una bic en la librería y el pibe, birome en boca, acotaba: "Uh, parece una tuquera".
Terminabas la latita de gaseosa, la caja de fósforos y, siempre llevando el objeto a sus labios: "Uh, que buena tuquera".

Yo lo odiaba, pero no por eso.

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