-Mi súper cuelgue adolescente.
-Infinidad de libros y cedés.
-El gusto por encerrarme a pintar.
-Mi diario intimo de la infancia.
-La vida cotidiana con algunos amigos.
-La pasión por mi trabajo.
-Mi hebilla favorita.
-La capacidad de no dormir una noche y rendir al otro día.
-La posibilidad de improvisación.
-Aquel vestido blanco con florcitas croché.
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