Hace un tiempo que viene viniendo el pasado a espiarme con cierta timidez, unos días atrás perdió un poco el recaudo cuando me tocó el hombro y me hizo frenar un segundo la marcha; le di un saludo formal con la cabeza para seguir adelante nomás, pero entonces me clavó sus dedos en la clavícula, me dio vuelta y me dijo de frente que para avanzar hay que mirar siempre para atrás, que de eso no me puedo olvidar. Eso me dijo.