jueves, 27 de diciembre de 2012

La Balandra publica ahora este cuento que escribió otra danixa hace años, pero lo corregí yo la de hoy

Es un cuento viejo, de otra vida, que escribí hace siglos cuando el mundo era maravilloso y giraba alrededor de los miércoles junto a Alejandro López, Veru Stainoh, Andrea Goldberg y la Juli (nos extraño a todos juntos). Por supuesto que ya no me gusta el relato, porque soy otra, pero la bella y generosa Alejandra Laurencich insiste con que este cuento sí. Y como la leo y me gusta, en ella confío. Así que si gustan, lean acá.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Instrucciones para comer tortitas negras

Antes que nada hay que encontrar una panadería amiga, una de esas en las que al entrar el mostrador sea una formalidad; es importante que le conozcan a uno realmente, que el panadero sea algo más que un vendedor, que tenga un vínculo que lo ate a una pequeña pero no despreciable sinceridad al asegurar que están, realmente, recién hechas.
Se va bajo la garúa, el sol abrasador o esquivando el viento, no importa el clima, pero siempre de mañana y mientras hierve el agua para el mate. Es importante que sea de mañana porque las tortitas negras no se compran por la tarde salvo que el panadero hornee dos veces al día. Esta factura no se come así nomás.
La tortita negra debe guardar cierta humedad y a la vez ser hojaldrada. Su tamaño no puede exceder los cuatro centímetros de radio y en su alto debe pasar los dos y no superar los tres. Se compran al menos tres por persona, el paquete va envuelto, a su vez, en una bolsita que conserve la calidez de la factura blanda, calentita. Se vuelve rápido para llegar al mate espumoso.
Una vez frente al cebador, el comedor de tortita negra tiene que concentrarse en la siguiente tarea: con delicadeza despegará la parte de arriba sin dejar caer ni un grano de azúcar negra. La seccionará por la exacta mitad con sumo cuidado porque el corte no puede dejar colgando capas del hojaldre. Precisión mediante, usted obtendrá dos segmentos que pasará a unir nuevamente pero con el área blanda de lo que fue abajo sobre la costra de lo que supo ser arriba.
Se come ferozmente, se baja con el mate humeante que le llega justo a tiempo y, entonces, se vuelve a comenzar. Repite la operación, al menos, dos veces más.  Comenta al paso: "quéricasquesonlastortisnegras, che". 

sábado, 8 de septiembre de 2012

Voy a limpiar el baño sin guantes de goma porque una heroína de verdad es la que hace de las pequeñas cosas acciones valerosas

Es un ímpetu que se parece a un llamado religioso y hay que seguirlo cuando llega, no se puede posponer. Sos cobarde si decís ahora no, resulta que tengo que salir a la calle, caminar tres cuadras hasta la avenida, entrar al supermercado, comprar los guantes de goma, enrollarme con el tema de que vienen en tres talles, discutir con la cajera porque no hay cambio en ningún lado, volver a caminar esas tres cuadras, planear mucho, seguir una estrategia. Hay que dejarse llevar por el impulso cuando llega y eso es para todas las cosas. Yo puedo limpiar nuestra propia mugre sin guantes de goma como puedo escribir porque me gusta la picazón en la yema de los dedos mientras tipeo y también puedo irme de viaje ahora mismo, ya, sin hacer el bolso ni avisarle a nadie ni mirar atrás. Si me venís a buscar con la epifanía justa, si el olor a amoníaco me entra por la nariz hasta llenarme la mente, si el baño está limpio, si queda claro que milito por la visibilidad de las tareas chiquitas, específicas, cotidianas, entonces agarro y voy. Sin guantes.  

lunes, 20 de agosto de 2012

Hace un siglo que llueve y eso trae diversos inconvenientes

No se seca la ropa que colgué en el tender hace 99 años y no salgo a andar en bicicleta hace 102, las plantas están obesas por el exceso de agua y como ya no se mueven se pudren en el cantero, el gato está resfriado por andar con las patas mojadas y el paraguas chino color rosa que siempre fue tan fiel acaba de declararse en huelga harto de trabajar demás.

domingo, 12 de agosto de 2012

Encontré una nueva puerta hermosa para mi colección mental de puertas

Es verde como un loro, de hierro como el miedo, alta como un gigante y en su cielo tiene dos leones alados que custodian las rejas que protegen el vidrio que muestra el palier de un edificio bastante feo.

sábado, 4 de agosto de 2012

Si acostumbrara subir fotos acá pondría una de cuando yo era una chica del siglo XX

Hace un tiempo que viene viniendo el pasado a espiarme con cierta timidez, unos días atrás perdió un poco el recaudo cuando me tocó el hombro y me hizo frenar un segundo la marcha; le di un saludo formal con la cabeza para seguir adelante nomás, pero entonces me clavó sus dedos en la clavícula, me dio vuelta y me dijo de frente que para avanzar hay que mirar siempre para atrás, que de eso no me puedo olvidar. Eso me dijo. 

domingo, 22 de julio de 2012

Me voy a deshacer de la libreta 2007

Ya es hora de tirar esa Moleskine que sólo la sigo llevando en la cartera porque ahí hay algunas ideas que me interesa conservar y además me sirve como portadocumento. Pensaba que en realidad es malo seguirla cargando a través de los años porque eso quiere decir que no me termino de deshacer de ellos. No quiero tener esa libreta nunca más así que ahora voy a tener que escribir la novela en la que encajan esas ideas, tirar a la mierda la libreta negra malvada y darme el gusto de inaugurar la otra, la que tiene hojas lisas para hacer dibujitos.

lunes, 14 de mayo de 2012

Tomo esta idea de la Usina Universal de Ideas*

Libros. Top 10 al rándom. 
 
-El que acecha en el umbral, de HP Lovecraft. Lo leí a los 13 años, aterrada en una habitación aun decorada con mi estilo de infancia (paredes rosas, marcos de puertas violetas y cortinas floreadas con volados). Tengo la imagen de la tapa tatuada en la memoria: blanca y con un dibujo muy lineal de un ser horrible con joroba que yo sabía que había hecho el mismo Lovecraft. Toda la casa dormía. Cada ruido era como un golpe a la paranoia y las sombras de los rincones, sospechas fatales. Llegué a creer, como Lovecraft, que lo que pasa en sueños es tan real como lo que sucede en la vigilia. Conocí el insomnio. Al terminar cada página iba a suplicarle a mi hermanita que me dejara meterme a su cama, estar en su cuarto amarillo, luminoso y libre de monstruos. Siempre decía que no y yo siempre seguí leyendo. Terminé el libro en tres noches, después pinté todo mi cuarto de rojo y conseguí El caso de Charles Dexter Ward.

-Mujercitas, de Louisa May Alcott. Tenía 10 años y fue la primera vez que un libro me hizo llorar, lágrimas y mocos que limpié con mi remera de Sarah Kay. Lo leí acostada en el piso de mi habitación, que tenía una alfombra de pelo pinchudo y verde que me dejaba grabada su trama en la panza y los antebrazos después de cada sesión.

-El mundo según Garp, de John Irving.  Lo leí a los 32 años en colectivos, subtes y todo tipo de medios de transporte urbanos. Fue el libro con el que aprendí a caminar por la calle mientras sigo leyendo. Tengo muy presente una caminata por la calle Humberto Primo entre la 9 de Julio y Balcarce: ahí leí parte donde cuenta la historia de Ellen James.

-Expiación, de Ian McEwan. Fueron cuatro días en el Delta y a la vez en Inglaterra. Tenía 33 años y también estuve en la Segunda Guerra Mundial. Fue un libro gordo leído como si fuera un fanzine. Me sentaba en el muelle sobre el Carapachay con el ruido de los patos y las lanchas hasta que dejaba de oírlos. Lo terminé tirada en el pastito del costado de la casa mientras mi hijo pedía que hiciéramos algo "con más acción".

-Justine, del Marqués de Sade. Se lo robaba a mi padre de su biblioteca, leía y lo volvía a guardar. Fue durante las tardes de mis 12 años, en días de semana cuando no había adultos cerca. Me excitaba que sea una lectura en secreto más que el contenido del libro en sí que, más que nada, me voló el balero política y moralmente. Cuando mi viejo me descubrió (porque siempre se enteraba de todo lo referido a los libros) me dijo, la bestia: "Salteá las partes en las que habla de política y religión, concentrate en el resto". O sea... el sexo. Puro y duro.

-Galápagos y Payasadas, de Kurt Vonnegut, más Los oscuros años luz y Los hermanos de la cabeza, de Brian Adiss. Tendría más o menos 20 años y vivía de garrón en el consultorio de mi padre, en un cuarto del fondo en donde él tenía, entre divorcios y casas, abarrotada toda su apetecible biblioteca. Era una época en que había persistentes cortes de luz que duraban noches completas. Yo volvía tarde de trabajar y me ponía a leer a la luz de las velas hasta que se hacía de día. Son cuatro libros muy diferentes de dos autores muy distintos y sin embargo, para mí, son hermanos entre sí.


Películas.  Top 10 al rándom. 


-Pulp Fiction, de Quentin Tarantino. La vi cuando la estrenaron a los 21 años, creo, en el cine General Paz de Núñez un día de pasada rumbo a mi casa. No sabía qué iba a ver, no esperaba nada porque Tarantino todavía no era Él (con mayúsculas). Mi primera vez sola en un cine. En la escena en la que violan a Marcelus Wallace me empecé a comer las uñas y una *viejademierda* sentada al lado mío me sacó la mano de la boca y ME RETÓ en plan "no te comas las uñas, nena". En pantalla, Bruce Willis revoleaba un sable y en la butaca, yo contesté: "Señora, me meto la mano donde quiero y si sigue jodiendo, se la meto a usted". Un pibe que estaba atrás me palmeó la espalda y dijo "aguante, rubia". 

-Titanic, de James Cameron. Tenía 24 años. Estaba sola y deprimida en España. Vivía de prestado en una casa llena de caca de gatos que no eran míos en las afueras de Madrid. Cada noche cruzaba a una especie de shopping clasemediero con salas de cine a ver la función de las siete. También vi, en esa saga de tristeza y evasión, The game, de David Fincher y Sé lo que hicieron el último verano.

-El exorcista, de William Friedkin. Tendría 12 años y la vi comiendo naranjas después de cenar mientras mi madre paseaba al perro y mi padre arreglaba algo en el patio de casa. Comencé a oír un ruido que venía desde la terraza subí la escalera aferrada al cuchillo de punta redonda. Vi un gato negro sin orejas que me dijo, maullando, "nadie me abre". Los ojos amarillos le brillaban en la oscuridad. Volé escaleras abajo rumbo a la esquina a buscar a mi mamá. Para tranquilizarme, me acompañó a ver que pasaba y fue a la terraza armada con el perro. porque dijo que el cuchillo corta naranjas no iba a ser efectivo. Ella vio al gato, pero no lo oyó hablar. El género de la anécdota es: para mí terror, para mi madre suspenso y para mi padre, que nos vio pasar corriendo arriba y abajo con armas absurdas una y otra vez, comedia.


-Carrera mortal o La carrera de la muerte año 2000. Me refugiaba en Sábados de superacción para que no me obligaran a jugar con los hijos de los amigos de mis papás que se empeñaban en hacer reuniones. Tenía 10 años. Fingí que me re interesaba esa peli de autos y pum: me re interesó de verdad. Kung fu, Rocky, ciencia ficción y un toque de terror... Adoro el recuerdo e esa película que no quiero volver a ver por temor a que sea horrible y malísima.

-María de oro y el perrito azul. Es un dibujito animado que no es de Disney. Lo vi en el cine con mi mamá cuando era hija única y ella era toda para mi y me llevaba a ver pelis que, después, decía que le gustaban tanto que menos mal que me tenía para usarme de excusa y poder verlas. Eso me llenaba de alegría. Fue a mis  3 o 4 años y me acuerdo del pelo rubio de María y a mi mamá cuando me decía que yo me parecía. También me acuerdo que cantabamos la canción, pero ya no tengo registro en la memoria de la letra o la música. En la misma época vimos las dos solas y en endogámica complicidad Bernardo y Bianca (que sí es de Disney, pero también nos pareció lo más). A mi mamá y a mí nos pareció lo más. Ella y yo solas y ni una hermana.

-La película de Village People. No me acuerdo cómo se llama, pero la fuimos a ver al cine con mi papá, mi mamá y mi hermanita cuando yo tenía seis años y ella dos. Sobre los títulos finales ponían una canción hitera por los parlantes del cine y todos salían de la sala bailando, incluidos mi padres que eran jóvenes, hermosos y re ochentosos.

-The Doors, de Oliver Stone. La vi en el cine cuando se estrenó. Tenía 16 años y fui con una amiga. Me acuerdo que todos poníamos las patas en las butacas y nadie nos decía nada. Unos chicos sentados atrás nuestros se pasaban una petaca de whisky y nos convidaron. Me sentí grande, trash y muy en mi piel.
-

*Laura Wittner explica que para escribir su post se inspiró en el mini corto Diario de un espectador de Nanni Moretti, en donde el director cuenta dónde y con quién vio algunas películas. Nuestra tomadora de café favorita se inspiró y compartió su lista con libros. Yo, que soy una empática entusiasta, hice mi lista de las dos cosas. 


-Algunos de estos libros y pelis están entre mis más adorados, pero otros sólo porque recuerdo cuándo y cómo llegaron a mí  (lo que los hace, en cierta forma, más queridos)-

domingo, 29 de abril de 2012

Che, Cacho...eh, soy yo, eh, yo, acá. Cuchá:


Fly me to de moon
y let me play among the stars
let me see como es de life
en Jupiter and Mars.

In other words, hold my hand.
In other words, Cacho, kiss me.

Fill my heart with song
y let me sing for ever more
you are all I long for
all I worship and adore.

In other words, please bi trú
In other words, Cacho I love you

----- instrumental break y se cuelga el cedé-----

jueves, 5 de abril de 2012

All i need is Love(craft)

Ahora leemos terror como a los 16 porque la vida nos pide un cambio y los cambios a veces son volver a los inicios. Dormir inquieta repleta de imagenes ya no me pasa, pero leer absorta con un nudo en el estomago sigue pasando. Lo mejor del paso del tiempo, es su paso. Quisiera leer El que acecha en el umbral por primera vez y a la vez lo mejor es su relectura. Mi plan macabro es escribir una novela como Christine, pero locada en Villa Urquiza.

miércoles, 11 de enero de 2012

La vida en átomos es como una montaña

Cuando navego el Carapachay o el río Luján me pregunto cosas como por qué todo será tan marrón y si los tábanos serán descendientes de Hitler, después me contesto que el marrón es su forma de vida y que Hitler podría haber reencarnado en insecto. Si sube el agua, si baja el agua, si un pez de bigotes tipo Dalí pasa entre mis piernas, si los murcielagos arrullan o aterran a los durmientes, si los muelles sirven para colgar las patas y mirar a lo lejos mientras se espera una lancha, una lancha que te saca y te arranca de ahí, te lleva a una tierra firme llena de horarios que quiere más de vos y entonces dejás el río atrás, mirás por la ventana de la colectiva cómo se aleja la isla porque en tu casita del continente aún tenés un hijo en crecimiento, un gato que se cree el rey del mundo y una bicicleta fiel que te lleva a donde quieras ir, sin preguntar nada.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Agarramos la lancha y nos fuimos río arriba

¿Qué más podés querer si el mal más grande es el acoso de la gatapeluda y estás viendo a un perro ser un perro y nada más? Te metés al agua y se te limpia la cabeza por dentro y afuera hay barro, guerra de pelotas de barro, y después prendés un fuego, mirás la luna y unos árboles que crecen en riveras enfrentadas se hacen amigos arriba y se tocan las copas: pasás con la canoa por el tunelcito de naturaleza y ¿qué más podés querer?

lunes, 21 de noviembre de 2011

Hola blox

A veces te extraño a vos y a todas las chicas y chicos que armaban quilombos hermosos en los comments en 2003. Haloscan y robarle el usuario a una tal Jane. 

lunes, 24 de octubre de 2011

Yo conozco por dentro las casas

de toda esa cuadra aunque no sepa nada
de las personas que ahora viven ahí no sé
sobre las modificaciones y reformas pero
los sonidos son exactos iguales los mismos
en la calle ya no hay olor a vainilla y frutilla
escencias aromáticas para las gelatinas
que hacen picar igual hoy la nariz de ayer.

Todo lo que quiero hacer ahora es poder
pasar el cachete sobre la superficie rugosa
de la pared de granito azul y después acariciar
los rectángulos de la cerámica color mostaza
y ver cómo se acerca la esquina
yo caminando por ahí
todavía pasa.

Pasa la avenida aunque se mudó la peluquería
pasan las facturas pegajosas de la panadería
pasa el kiosco de José pasa y sigue pasando
el motor pistero de los autos ahí pasa y
también pasa el benteveo al que siempre
le oigo claramente gritar bicho feo.

sábado, 1 de octubre de 2011

Mañana arreglé lo que vas a romper ayer

pero ahora que es hoy yo estoy acá
y vos estabas lindo en el bar en un rato
también en el sueño que voy a soñar anoche
y esta mañana cuando piense en vos
vas a estar lindo para mi modo de ver.

Estabas lindo mañana cuando te vea
casualmente en la esquina de tu casa
de tu trabajo de la cancha donde jugás
fútbol tenis playstation con tus amigos.

En el colectivo que me lleva al trabajo
me imaginé qué ibas a decirme
cuando me llamaste por teléfono
y me despierto para ver la avenida
por la ventana pero lo que pasa
no son autos ni gente ni cosas, veo
citas emocionantes divertidas
salidas aburridas
comidas con tu familia
un fin de semana afuera
las vacaciones que vamos a planear ayer
me las voy a acordar ahora.

Me estoy acordando de cómo es volver a casa y tu casa
cómo va a ser tener nuestra casa. Me voy a acordar del día
que logramos alcanzar la meseta. ¿Te acordás cómo navegamos
la meseta mañana? Ayer estamos yendo juntos hacia la lontananza.
Mañana estamos recordando todas las cosas que nos pasan.